Fatalidad inesperada

   Eran tres amigos del barrio. Crecieron juntos. Fueron a la misma escuela, compraban en el mismo almacén, jugaron al fútbol en la misma canchita. Su corta existencia transcurrió en La Plata, muy cerquita del parque San Martín, donde todos los sábados se juntaban con la barra a hablar de chicas y deportes.

 Era un sábado como tantos. Nada hacía prever que la Muerte haría su aparición en escena ese cálido mediodía del 27 de setiembre del año 2.014. José (Pepe para los íntimos) se aprestaba para ir al encuentro de la barra como era habitual. Oscar había llegado antes. Se lo veía raro, como nervioso y más callado que de costumbre.

 Por más que Pepe intentó averiguar la causa del malestar de Oscar, sólo encontró un silencio hostil.

  La llegada de Mariano desencadenó la tragedia. A él también le preocupó la actitud de Oscar una vez que Pepe lo puso al tanto. Como buen amigo quiso ayudar y en respuesta, Oscar comenzó a gritar desaforado "¡Déjenme en paz"!, mientras blandía un enorme cuchillo.

  Desesperados, sus amigos quisieron quitarle el arma de las manos por temor a que cometiera una locura. La Muerte observaba impasible la escena y decidió intervenir. Eligió a Pepe como víctima. Mientras Mariano discutía con Oscar para hacerlo entrar en razón, Pepe lo abrazó por atrás para quitarle el arma. Oscar fue más veloz. El pecho de Pepe se deshizo partido por el cuchillo de Oscar en ese abrazo fatal. La Muerte sonreía satisfecha...

  Ya nada sería igual en aquél barrio de La Plata. No habría más sábados al mediodía con la barra en el Parque San Martín... No habría más amigos de la infancia compartiendo escuela, almacén y potrero. Porque de aquellos tres no quedó nada; a uno se lo llevó la Muerte, al otro, la locura y al restante... la desolación.